lunes, 25 de junio de 2012

Si no te gusta, ¿por qué leches lo ofreces?


Hola.

¿Alguien puede aclararme si los restaurantes están obligados a ofrecer un menú que incluya postre, pan y bebida? De verdad, no lo sé. Estoy leyendo sobre ello pero no me aclaro. Pero independientemente de su obligación o no, una de las motivaciones por la que estoy buscando menús es precisamente el intentar encontrar la razón por la cual algunos restaurantes, pocos, muy pocos al menos por mi experiencia, parecen sentirse incómodos cuando no ha disgusto ofreciéndolos.

Ya expliqué en mi primer mensaje este hecho y siempre me viene a la memoria una anécdota que me contó hace muchos años mi buen amigo Cristobal, sibarita de la cantidad, el cual sufrió el mismo desaire en un restaurante de una importante capital. Es lo que podemos llamar el efecto Dr. Jeckyl y Mr. Hide de los restaurantes donde en cuanto pides el menú, la bestia que está solapada salta como una pantera para amargarte la comida o la cena.

Y mi pregunta es clara y directa. Si están a disgusto, si no ganan dinero, si les parece impropio, si les hace perder el tiempo, si creen que están para cosas más altas, si que se yo, ¿por qué narices lo ofrecen?

Repito que a estas alturas no tengo muy claro si los restaurantes están obligados a tener un menú pero si es una cuestión económica, que lo pongan a un precio que ellos encuentren “decente” o que lo ofrezcan de acuerdo a lo que ellos estimen mínimo o necesario para cumplir sus expectativas. Otra cosa es lo que pensemos los usuarios. Pero que no hagan pagar a los usuarios con el desaire ya que no hacemos otra cosa que acudir a su reclamo. Es tan fácil como no publicitarlo.

Es cierto que son una gota en el Oceáno ya que la mayoría de nuestros menús son ofrecidos y servidos con gusto. Gracias a ellos, yo estoy buscándolos.

Suerte.

domingo, 17 de junio de 2012

En las afueras de Zaragoza (II)


Hola.

Os cuento la segunda parte de mi visita por el lejano Oeste…. de Zaragoza. En este caso os comentaré mis dos noches en el restaurante OCTAVA MILLA que está dentro del Hotel Europa en Utebo.

Ya lo visité hace unos cuantos meses y es de esos sitios que al acabar piensas: ¡aquí tengo que volver! Y no una, dos noches estuve gozando de las bondades de su cocina, moderna pero manteniendo reconocibles los platos que tomas y con mucha creatividad en la presentación. Qué bien saben que el primer sentido a ganar por parte de un restaurante es la vista.

Su menú se suele mantener estable durante toda la semana tanto a la mañana como por la noche siendo unas cinco opciones en todos los casos (primeros, segundos y postres).

La primera noche me decanté por un cremoso Risotto de setas y calabaza con Parmesano, lleno de sabor con un dominante mayor como si de música habláramos (la cocina es de hecho una sinfonía) que es esa maravilla de la humanidad conocido como queso Parmesano. Para nada pesado pero ante la duda, pedí como segundo un más liviano bacalao al pil-pil con ajos fritos, en su punto exacto de presentación donde treinta segundos más es pasado y treinta menos es crudo. Perfecto. Os comento luego los postres por que merecen comentario aparte.


El segundo día fue para unas Tartaletas rellenas de Ensaladilla rusa y me jugué la noche dando vueltas pidiendo un Rabo de ternera al vino tinto. El primero era fresco, suave gracias a una mayonesa casera muy liviana pero de sabor y unas tartaletas en su buen punto. Muchas veces, este tipo de productos como el hojaldre son tan delicados en el trato que como hayan estado guardando espera durante tiempo, cuando llega a tu boca el tiempo te juega una mala pasada. Pero no, no era el caso.


Como tampoco fue mala la noche. Es cierto que me costó dormir pero recordando lo perdido y es que el rabo de ternera estaba como filamentos de nube de tierno y con un sabor que te llenaba la boca. De esos platos que lloras a medida que ves su fin. (Suspiro)

Sobre los postres, probé un apabullante Strudel de Albaricoque y unos tentadores bocaditos rellenos de Mousse de Chocolate. Mirar, coger algún libro de sinónimos y buscar la palabra extraordinario. Pues bien, todos esos adjetivos son aplicables los dos días aunque el Strudel, servido ligeramente caliente, se lleva la palma.




Los elementos que injustamente llamamos accesorios como el vino (un Cariñena joven con personalidad), el agua (buena marca servida a la temperatura fresca requerida) y un pan de barra magnífico, no hace sino ver que mi memoria pese a la edad no me falló y que aquellos recuerdos tenían una base cierta.

Si duermes en el hotel, los 18 euros normales se transforman en 15 euros. Sea uno u otro precio, creo que es de los mejores menús que puedes comer en toda la provincia de Zaragoza. Lujo asequible y maravillosa experiencia con un servicio de camarero para adoptarlo y llevártelo a casa.

Raquel

OCTAVA MILLA (Hotel Europa)
C/ Ciudad de Ponce, 4
50180 Utebo (Zaragoza)

domingo, 10 de junio de 2012

En las afueras de Zaragoza (I)


Hola.

Como os dije, estos días iba a estar por Zaragoza pero no en la ciudad si no tirando como hacia Logroño para probar dos menús: uno en un campo de golf en Pinseque y otro en un hotel de Utebo.

Ya que el día empieza por la mañana, empezaré por el restaurante con menú de mediodía. Es el restaurante del campo de golf de Pinseque que claro está, ofrece una amplitud de vistas muy agradable a la vista con ese verde que salta a la vista. Además, el restaurante está en la primera planta por lo que la vista es no diré espectacular (no sé si puede calificar así el ver a varios tipos con ridículos pantalones cortos y zapatos) pero sí que luminoso.

Os explico la teca que es lo importante. El primer día comí una refrescante y bien condimentada Ensalada de lentejas en vinagreta balsámica con jamón de pato y me dejé llevar por la gula en el segundo con unos pocos glamurosos pero deliciosos Huevos fritos con patatas y jamón. Como veis, el jamón fue el tema central de la sesión.

Los dos estaban muy buenos, cada uno en su medida ya que el equilibrio se puede encontrar en la simbiosis entre legumbre y vinagre y por otro lado, unos huevos con sus puntillitas y las cada vez más raras patatas caseras. ¡Cuánto daño está haciendo a nuestros menús las patatas congeladas!



Me tendréis que disculpar pero se me metieron tanto por los ojos los huevos que cuando me acordé de hacer la foto, el plato estaba en el estado que podéis ver.




El segundo día comí la siempre gratificante Ensalada de rulo de cabra con cebolla frita y salsa de frutos secos y una mejorable Ventresca de bacalao con salsa vizcaína aunque de correcto sabor. En este caso, todo el protagonismo se lo llevó el primero dominado por una rueda de camión en forma de queso que compensada una ensalada cortada con demasiada antelación. Pero lo que le daba chispa al plato era la crujiente cebolla. Cada vez que te lo llevabas a la boca, era como esas peta-zetas de mi infancia pero mezclado con el sabor del queso de cabra (perdonarme, que voy a por un babero).

En la foto no se aprecia correctamente por la perspectiva pero os aseguro que el rulo podría ser patrocinado por neumáticos Continental.



¿Cuál sería el resumen de estos dos días? Pues que por ser un menú de 9,80 €, sus platos están muy bien presentados, con vajilla elegante, un cierto sentido estético en la forma y colocación así como una intención de belleza en el acomodo de los productos. Esto no es una medida Michelin para que nos entendamos pero sí que mejora bastante la media de los menús. No es el caso, pero puedes servir menos pero mejor puesto y parecerá que es más.

Del servicio esperar que sean correctos pero no salir de allí con dolor de estómago por el alud de chistes contados. Cuidadosos con los detalles como he dicho, su vino de Cariñena es bebible pero sin más pretensiones mientras que el servicio de agua (Solares) es abundante y de calidad al igual que los bollos de pan, posiblemente calentados en el mismo horno (= congelados) pero de buen sabor.

Es de fácil acceso si sabes dónde está pero os digo que es un buen menú, equilibrado y que seguramente colmará la mayoría de pretensiones. El que te puedas cruzar con algunos pijos ociosos es un tema secundario. Y si no, que se muera Snoopy.

Raquel

LOS LAGOS GOLF
Camino de Vinales s/n
50298 Pinseque (Zaragoza)

martes, 5 de junio de 2012

Camino Soria (pero me quedo en Zaragoza)


Hola.

Os escribo mientras voy camino de Zaragoza donde pararé con la intención de probar un par de menús a priori interesantes: uno de mediodía económico en un campo de Golf y otro de noche en un restaurante de hotel.

Como mi admirado Anton Ego en Ratatouille, mis expectativas son altas sobre todo en el menú de noche ya que hace tiempo estuve y el recuerdo que guardo es muy grato aunque eso es un arma de doble filo. ¡Cuántos desengaños por motivo de los recuerdos! Esto parece Blade Runner. En todo caso planeo cenar allí un par de noches por lo que creo la valoración deberá ser ponderada.

Volviendo al tema de los recuerdos aplicado al menú, creo que la clave es pensar que cada día no sólo el Sol sale de nuevo si no que cada menú y sus circunstancias son absolutamente nuevas y por lo tanto, debemos pensar que el pasado sólo sirve para tener una referencia pero nada más.

Es cierto, hay un saber hacer, un trato de la comida y los comensales, un toque en cada restaurante y sus menús único pero si hoy me defraudan, ese será mi recuerdo ya que los humanos solemos parecernos a los peces en la memoria. Lo más justo sería tener una balanza donde pesar el pasado y el último bocado pero que le vamos a hacer, quizás tenemos ciertas taras de serie (algo pasó en el Jardín del Edén).

Espero que no sea mi caso y que se cumplan mis expectativas porque ya de momento voy Camino Zaragoza salivando pensando en lo que puedo comer. En todo caso, os contaré con pelos y detalles mis días por Zaragoza.

Cuidaros.

Raquel.

viernes, 1 de junio de 2012

¿Por qué estoy aquí?


Casualidades de la vida. 
De vacaciones por una conocida población española, mi marido y yo estuvimos dando vueltas buscando un buen sitio donde comer. Claro que tendría que explicar que es para mí un buen sitio donde comer porque ese concepto genérico debe ser diferente para cada uno de nosotros pero lo dejo para otra ocasión. Digamos de entrada que el concepto menú económico encaja con ello.

A nosotros nos encanta la comida, nos chifla. Una de las razones para ir, volver o no regresar nunca jamás a un sitio es precisamente esa, su comida, esa expresión cultural cotidiana que por habitual quizás no le damos la importancia que tiene.

Pues bien, como he dicho nos encanta la comida pero la diosa fortuna no ha sido generosa en exceso con nosotros (como con el 99% de la población) y procuramos comer lo mejor que podemos por el menor precio posible, y esto no siempre es fácil. Y en esas estábamos en una zona turística del Norte.

Evidentemente, nos pasamos una hora mirando, comparando, revisando menús y al final nos decidimos por uno. Entramos y estaba bastante lleno pero la espera no fue mucha, no más allá de diez minutos. Una amable señora que nos atendió a la entrada fue la misma que nos acompañó hasta la mesa. Otro amable camarero nos trajo la carta y al no ver el menú se lo solicitamos….. bien, hasta aquí la amabilidad.

Ya no vimos ni una sola cara amable hasta que nos marchamos, el camarero nos lanzó la carta (que gran atleta de disco se ha perdido), tardaron mucho en servir cuando mesas “de carta” eran servidas de forma mucho más diligente. La comida estaba correcta pero no mataba, el vino escaso por lo que tuvimos que pedir más llegando una buena estocada (vino de la casa mediocre pero pagado a precio de Martín Codax) pero sobre todo la sensación de estar incómodo y de que has pasado de ser un cliente a un estorbo. Me pregunto: Si no les gusta que le pidan menú, ¿por qué diablos lo ofrecen?

 En ese momento hice de Escarlata O’Hara y me prometí a mi misma hacer todo lo posible para encontrar los mejores menús y darlos a conocer. Que nadie más vuelva a perder el tiempo buscando menús ni que nadie se lleve a sorpresas. Y en esas estoy y hoy empiezo mi narración en este blog.

Hola.
Soy Raquel y espero que os guste mi búsqueda.