Hola.
Os escribo mientras voy camino de Zaragoza donde pararé con
la intención de probar un par de menús a priori interesantes: uno de mediodía económico
en un campo de Golf y otro de noche en un restaurante de hotel.
Como mi admirado Anton Ego en Ratatouille, mis expectativas
son altas sobre todo en el menú de noche ya que hace tiempo estuve y el
recuerdo que guardo es muy grato aunque eso es un arma de doble filo. ¡Cuántos
desengaños por motivo de los recuerdos! Esto parece Blade Runner. En todo caso
planeo cenar allí un par de noches por lo que creo la valoración deberá ser
ponderada.
Volviendo al tema de los recuerdos aplicado al menú, creo
que la clave es pensar que cada día no sólo el Sol sale de nuevo si no que cada
menú y sus circunstancias son absolutamente nuevas y por lo tanto, debemos
pensar que el pasado sólo sirve para tener una referencia pero nada más.
Es cierto, hay un saber hacer, un trato de la comida y los
comensales, un toque en cada restaurante y sus menús único pero si hoy me
defraudan, ese será mi recuerdo ya que los humanos solemos parecernos a los
peces en la memoria. Lo más justo sería tener una balanza donde pesar el pasado
y el último bocado pero que le vamos a hacer, quizás tenemos ciertas taras de
serie (algo pasó en el Jardín del Edén).
Espero que no sea mi caso y que se cumplan mis expectativas porque
ya de momento voy Camino Zaragoza salivando pensando en lo que puedo comer. En
todo caso, os contaré con pelos y detalles mis días por Zaragoza.
Cuidaros.
Raquel.
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